viernes, 28 de marzo de 2008

Xi'an: Guerreros de Terracota y Muralla (día 7)


Ya he dicho antes que conviene hacer caso de la Lonely Planet cuando recomienda que uno se cerciore de que las excursiones no incluyen shoping antes de contratarlas.

 

Bien, lo digo con conocimiento de causa... En Xi’an nos la metieron pero bien doblada... Contratamos la excursión en el mismo hotel en el que estábamos alojados. Después de mucho debatir nos decidimos por una excursión que incluía el Poblado Neolítico de Ban Po y la visita a la tumba del Emperador Qin.

 

Pues bien, aquella mañana nos despertamos temprano, desayunamos y nos subimos en la ya clásica furgoneta de excursiones. Tengo que decir que este grupo era aún peor que aquel de Beijing para ver la muralla. Llevábamos a auténticos mentecatos con nosotros. En particular unos canadienses que descubrían el mundo y la vida a cada paso que daban...

 

Primera parada en el Poblado Neolítico. Es bastante interesante y está muy bien conservado. Llama la atención que los ritos para los enterramientos sean tan similares a los del Neolítico del mundo occidental... El poblado tiene unos 6.000 años de antigüedad y se conservan cerámicas, restos humanos y armas. La exhibición cuenta también con explicaciones en 3D de cómo se construían estas viviendas.

 


De allí nos llevaron, sin comerlo ni beberlo, a la fábrica de reproducciones de Guerreros de Terracota. De alguna manera todos nos preguntamos qué narices hacemos allí. A nadie le interesa cómo se hacen las reproducciones que se venden en la calle, máxime cuando se hacen con un molde... La respuesta llega rápido, al entrar en la tienda de la fábrica donde, por cierto, todo es bastante más caro que en cualquier otro lugar...

Nos hicimos la foto tonta de Guerreros y nos fuimos.

 


Con el mosqueo nos llevan a ver la Tumba del Emperador Qin, o eso pensamos. En realidad, lo que nos llevan a ver es una suerte de barraca de feria (lástima que no dejaran hacer fotos) llena de luces de navidad, maniquíes, música estrambótica y una explicación bastante raquítica de cómo este emperador unificó el país. En resumen: una horterada que no era, estoy segura, ni de lejos, la tumba de nadie...

 

La siguiente parada fue para comer. En un restaurante que estaba junto a una reproducción horrible de una efigie y una pirámide egipcias. La comida fue de lo peor de todo el viaje. Lo único que valía la pena era la ternera. El pescado (carpa agridulce) no tenía naaada que ver con el que probamos el primer día. Estaba frío como si lo hubieran hecho hace una semana...

 

Además nos racanearon las bebidas: mientras que la Coca-Cola estaba incluida, la Coca-Cola Light no lo estaba...

 

Cuando acabamos de comer la Guía vino a por nosotros y nos llevó andando a la fábrica de seda que había justo al lado del restaurante. Bastante mosqueados le dijimos que no queríamos comprar nada, que lo que queríamos era ir a ver los Guerreros.

 

Se excusó diciendo que el conductor aún no había terminado de comer y que no teníamos que comprar nada si no queríamos (¡Sólo faltaba!). Allí que nos metió. El caso es que los 7 minutos que dura la exposición de cómo se extrae la seda de los capullos de los gusanos era muy interesante. Y cómo hacen los edredones de seda y todo... Pero ya digo que eso dura 7 minutos. Y de allí te conducen a la tienda. Medias sonrisas con sorna, etc.

 

En la tienda, al final, te dejan encerrado casi media hora, aunque les hayas dicho que no vas a comprar nada. ¿Por qué? Pues porque al final siempre hay alguien que pica... Y eso que es todo bastante más caro que fuera. Yo le dije a la guía que quería salir a fumar y me dijo que no podíamos salir porque no quería que nos desperdigáramos... Como si pudiéramos ir muy lejos. Le dije que no me iba a mover de la puerta, que solo quería fumar, y me dijo que podía fumar allí mismo, en la tienda, con toda la seda y la parafernalia.

 

Por fin, última parada: los Guerreros de Terracota, que son muchos y de barro, se confirma. Efectivamente allí está el tipo que los encontró, firmando catálogos y cobrando por hacerte una foto con él. Pobre hombre, se tendrá que ganar el pan de algún modo, ya que de su hallazgo no se llevó nada propiamente dicho...

 


Hay un video del año maricastaña, de estos que ves en una pantalla circular, que te cuenta cómo se hicieron los guerreros y qué pasó con la tumba antes de ser encontrada.

 


Cuando fuimos nosotras estaba cerrado el pabellón 2 que, por lo visto, es uno de los más interesantes. Una pena, pero tampoco un drama. Vale que son todos distintos, pero tampoco es que haya que verlos todos uno por uno...

 


Los guerreros de la parte delantera están reconstruidos, restaurados y en pie, aunque no los han pintado. Los de la parte de atrás se conservan como se encontraron: un montón de fragmentos de barro rotos. La guía nos dijo que los habían querido dejar así para atestiguar el estado en el que fueron encontradas las piezas. Yo creo que se hartaron de pegar pedazos...

 

Originalmente las figuras estaban también pintadas y alguna que otra conserva los restos de pintura.

 

Además de los pabellones hay un museo con las armas de bronce y otras piezas de metal.

 

Cuando nos devolvieron a Xi’an, entre pitos y flautas, lejos de ser las cuatro de la tarde, hora que nos habían dicho, eran las cinco y media. No nos daba tiempo a ir a ver la Gran Mezquita, así que nos quedamos en la muralla. Hay que pagar entrada, pero el paseo merece la pena. La muralla es muy ancha y está muy bien conservada. Por la noche la iluminan con farolillos rojos y está muy bonita.

 


La calle que corre justo al lado es muy tranquila y las casas están todas rematadas con el tejado estilo pagoda. Llegamos hasta la esquina oeste desde la Puerta Sur y volvimos por abajo, por la calle hasta el Youth Hostel para ver el bar y tomar algo allí. El bar es de lo más agradable y acogedor, con un ambiente magnífico.

 

Volvimos al hotel y miramos en internet un buen sitio para salir a cenar en Xi’an y la sugerencia fue un sitio, cerca de la Torre de la Campana, donde, por lo visto, hacen unas de las mejores empanadillas de la zona: De Fa Chang (http://travel.nytimes.com/travel/guides/asia/china/xian/restaurant-detail.html?vid=1154663253103). Digo “por lo visto” porque, de nuevo, salimos demasiado tarde para cenar en un restaurante.

 

Ni cortos ni perezosos nos fuimos al barrio árabe donde nos metimos en el primer restaurante de aspecto cutre que nos llamó la atención. Pinchos morunos, pitas... Allí cenamos la comida más picante que he probado en todos los días de mi vida. Acabamos con los labios que no podíamos ni hablar... La mezcla del picante árabe y el picante chino tiene como resultado un sabor delicioso, pero apto sólo para valientes... ¡Llegamos a plantearnos si no sería una broma pesada de los chinos y todo!


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